"Durante dos semanas, perdí gradualmente mi capacidad de caminar, hablar..." La desgarradora historia de Lexi con MS
- Chronically Me

- 9 oct
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Mis primeros síntomas de esclerosis múltiple (EM) fueron dificultad para caminar y una ligera dificultad para hablar. Tenía 14 años y era un chico atlético, así que fue bastante inesperado. Le conté a mi abuela que no podía caminar y que mi habla estaba empeorando. Visitamos a nuestro pediatra local, quien inicialmente pensó que tenía vértigo o una otitis doble, hasta que mis síntomas empeoraron. Durante dos semanas, perdí gradualmente la capacidad de caminar, hablar, coordinar mis movimientos y más. Me convencí de que simplemente estaba siendo perezoso. Pasaron dos días más, y estaba caminando en la escuela cuando el policía escolar y el subdirector notaron mi inusual cojera y dificultad para hablar, y sospecharon que estaba borracho o sufriendo un derrame cerebral. Me enviaron a casa y de inmediato me llevaron a urgencias, y luego directamente a urgencias. En ese momento, no podía caminar, así que me colocaron en una silla de ruedas y me hicieron resonancias magnéticas cerebrales de inmediato. Sin embargo, el hospital donde me ingresaron no pudo interpretar mis escáneres cerebrales, así que me llevaron en ambulancia al siguiente hospital, a una hora de distancia. Después de un tiempo, pruebas y mi incapacidad para caminar o hablar, finalmente me diagnosticaron esclerosis múltiple (EM). A pesar de este diagnóstico, el hospital donde me atendieron inicialmente descuidó mi condición y me envió a casa. Unas semanas después, mi condición empeoraba rápidamente: visión borrosa, pérdida de la capacidad para caminar, graves dificultades para hablar y fatiga extrema. Después de dos o tres semanas, finalmente conseguí una cita en el hospital de mis hijos, a tres horas de distancia. Lo que no sabía es que me hospitalizarían en las próximas tres horas. Me informaron que necesitaba tratamiento inmediato de intercambio de plasma (Plex) y tres rondas de rituximab o quedaría incapacitada permanentemente. ¿Y adivina qué? La Navidad estaba a la vuelta de la esquina... ¡genial! En resumen, me sometí a tratamientos, pasé momentos difíciles en el hospital, pasé Acción de Gracias, Navidad y Año Nuevo en el hospital, pero finalmente me "curé". Recuperé mi capacidad de caminar y hablar, pero siempre viviré con los efectos persistentes de la fatiga y la preocupación constante de que esta enfermedad pueda regresar.
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Las definiciones clínicas no cuentan la historia completa, tú sí.
Crónicamente yo.
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